Desde este punto, comienza un viaje en el tiempo y en el espacio hacia las raíces de su pensamiento: justicia, dignidad, compasión y respeto. Está marcada la huella del Tata Vasco frente a los olivos milenarios de Tzintzuntzan y en los Pueblos Mágicos de Pátzcuaro y Santa Clara. Desde Santa Fe, se extendió la hospitalidad más allá del lago, hacia las montañas. La utopía se hizo realidad alrededor del bello Lago de Pátzcuaro, donde florecieron las artes y, purépechas y españoles aprendieron a convivir.
Ruta Don Vasco.
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